En la infancia, la observación e imitación que hacen los niños de los hábitos de las personas que conviven con ellos, ejerce una gran influencia en el aprendizaje de la forma de alimentarse, de las normas de convivencia y de los valores sociales.
¿Qué conseguimos con una buena educación nutricional?
Con una buena educación nutricional en la infancia conseguiremos:
- Actitudes positivas hacia el consumo de una dieta saludable
- Establecer conductas permanentes que respondan a nuestras necesidades nutritivas
- Desarrollar una cierta disciplina que controle:
- el “picoteo” entre horas
- los horarios desordenados
- dietas monótonas y comer “sólo lo que nos gusta”
- el “no me gusta” sin haber probado el alimento
- el consumo de raciones excesivas
Cuando en el hogar hay gran variedad de alimentos, los niños se acostumbran a tomar dietas más equilibradas, con variedad de cereales, legumbres, frutas, verduras, frutos secos, lácteos, etc
Por eso, las buenas actitudes de la familia o de las personas que se ocupan de la alimentación de los niños son muy importantes para desarrollar buenos hábitos alimentarios y favorecer una buena educación nutricional en la infancia.
Por ello aconsejamos:
- Diseñar juntos el plan de comidas semanal (mas adelante os daremos consejos de cómo hacerlo)
- Dedicar el tiempo necesario a enseñarles a comer, pues aprender a comer como toda enseñanza requiere de tiempo, estímulos positivos, actitudes afectivas y un ambiente sereno.
- Eliminar prisas a la hora de las comidas
- Evitar discusiones en las comidas
- Evitar presionarles para que se tomen raciones por encima de su apetito si estamos hablando de niños sanos
- No ejercer una autoridad arbitraria
- No utilizar el alimento como premio o castigo.
En definitiva, los niños tienen que comprender que comer saludablemente es una necesidad vital para:
- Desarrollarse adecuadamente
- Mantener un buen estado de salud
- Protegerse contra las enfermedades
- Disfrutar del entorno que le rodea